La violencia de género sigue presente en la sociedad en forma de agresiones y abusos con miles de víctimas en todo el mundo. Cada 25 de noviembre, las voces de denuncia se elevan globalmente en pos de su erradicación definitiva
La violencia machista no suele empezar con el matrimonio. Ni en el noviazgo. Ni siquiera en la niñez. Arranca con mucha frecuencia en la generación anterior. Los malos tratos son una lacra que afecta a todos los sectores sociales y países, pero si existe una correlación clara es que quien vio o sufrió violencia tiene más probabilidades de reproducirla y, también, de padecerla.
¿Cómo prevenir esta violencia heredada? Idealmente, evitándola en el seno del hogar, para que los hijos no la aprendan y reproduzcan. El problema es que “es muy difícil cambiar el chip de los adultos”, como explica Andrew Morrison, jefe de la división de Género y Diversidad del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). “No tenemos evidencia de que los programas que se emplean con ellos tengan efectividad, sin embargo, con los jóvenes sí, son más moldeables”.
Con estas premisas, las políticas de prevención de violencia machista tienen un importante papel en esa fase crítica de la vida que es la adolescencia.
Está demostrado que existen programas capaces de disminuir los malos tratos, sean físicos o psicológicos, que ya aparecen en las primeras relaciones sentimentales. Y, con esto, se estaría cortando en el futuro la transmisión de esta violencia a los hijos de estos jóvenes.
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